2do Premio de Poesía en Castellano - Certamen Primavera Amigos de la Poesía 2014; otorgado a Dª Carmen Tornel
A LA TEMPESTAD
¡El viento ruge en la floresta huraña
trepida el suelo, cruje la montaña,
que se doblega en colosal desmayo;
ronca la tempestad y estalla el rayo!
El relámpago rasga el infinito;
el hosco firmamento se encapota.
¡Cada torrente reproduce un grito
y a cada rama el huracán azota
como se fuera una bandera rota!
¡Selva infernal, selva inquietante;
tu grandeza sublime miedo inspira,
pues, con los resoplidos de un gigante,
juntas la resonancia de una lira!
¡Me causas honda admiración y espanto!
¡Al verte siento que el dolor me agobia!
¡Y tú, que bajo el trueno alzas tu canto
y que del huracán eres la novia,
me ofreces un ejemplo de estoicismo
al rayo audaz contraponiendo calma,
apagando la luz... como el alma!
¿Quien, como tú, fenomenal floresta,
sufrir pudiese la enemiga saña?
¡Compádeceme, hermana solitaria!
Soy débil y sincera como una niña.
Perdí la fe: ¡Te imploro una plegaria!
No tengo amor: ¡ofréceme cariño
La selva gigantesca y milenaria
a mi exaltado ruego... ¡no contesta!
¡Tan grande es mi pesar y mi quebranto,
que hasta me tiene miedo la floresta
y me oye horrorizada y con espanto!
¡Ella, que fieramente lo resiste,
sin rudo empuje, al huracán violento,
a mí me tuvo lástima por triste:
y más que el duro látigo del viento
y más que el rayo fúlgido y ardiente,
le dio miedo el turbión del pensamiento
que sintió restallar bajo mi frente!
Cayó la noche, aterradora y fría,
y derrame mi llanto dolorido...
El eco se alejó...y en mi agonía
me pareció que el bosque conmovido,
lleno de compasión... ¡me respondía
en un feroz y bárbaro gemido!
Carmen Tornel
A LA TEMPESTAD
¡El viento ruge en la floresta huraña
trepida el suelo, cruje la montaña,
que se doblega en colosal desmayo;
ronca la tempestad y estalla el rayo!
El relámpago rasga el infinito;
el hosco firmamento se encapota.
¡Cada torrente reproduce un grito
y a cada rama el huracán azota
como se fuera una bandera rota!
¡Selva infernal, selva inquietante;
tu grandeza sublime miedo inspira,
pues, con los resoplidos de un gigante,
juntas la resonancia de una lira!
¡Me causas honda admiración y espanto!
¡Al verte siento que el dolor me agobia!
¡Y tú, que bajo el trueno alzas tu canto
y que del huracán eres la novia,
me ofreces un ejemplo de estoicismo
al rayo audaz contraponiendo calma,
apagando la luz... como el alma!
¿Quien, como tú, fenomenal floresta,
sufrir pudiese la enemiga saña?
¡Compádeceme, hermana solitaria!
Soy débil y sincera como una niña.
Perdí la fe: ¡Te imploro una plegaria!
No tengo amor: ¡ofréceme cariño
La selva gigantesca y milenaria
a mi exaltado ruego... ¡no contesta!
¡Tan grande es mi pesar y mi quebranto,
que hasta me tiene miedo la floresta
y me oye horrorizada y con espanto!
¡Ella, que fieramente lo resiste,
sin rudo empuje, al huracán violento,
a mí me tuvo lástima por triste:
y más que el duro látigo del viento
y más que el rayo fúlgido y ardiente,
le dio miedo el turbión del pensamiento
que sintió restallar bajo mi frente!
Cayó la noche, aterradora y fría,
y derrame mi llanto dolorido...
El eco se alejó...y en mi agonía
me pareció que el bosque conmovido,
lleno de compasión... ¡me respondía
en un feroz y bárbaro gemido!
Carmen Tornel
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